
una cuchilla de afeitar que no cortaba nada. Nadie en este mundo hacía su trabajo tan mal como esa cuchilla. Un día, desanimada por completo, estaba dispuesta a tirarse del lavamanos y acabar así con ese sufrimiento cuando alguien la llamó: Tss, tss!. Se giró y vio a uno de los cantantes de los Bee Gees; el del medio. Aburrida de la vida le preguntó que qué quería y el famoso falsete le respondió que nada en concreto. Que pasaba por ahí y que no podía entender como una cuchilla tan bonita podía estar a punto de suicidarse. Ella le explicó lo que sucedía. Le dijo que su dueño había dejado de utilizarla por su “minusvalía cuchillera” y que ella no podía soportarlo más. El joven cantante le dijo que no se preocupara, que la iba a adoptar y que lo acompañaría a todos sus conciertos. También le dijo que iba a ser la primera cuchilla de dos hojas que triunfara, que muchas con cinco hojas y vibración incorporada iban a estar muy celosas y que no siempre se debía desempeñar la función para la cuál se estaba creado.
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